Una ventana fascinante a la obra del maestro americano.
Los nueve cuadernos que conforman este  volumen son tanto un registro de  la dificultad de narrar como la crónica  de una pasión. Tres de ellos podrían  llamarse «diarios» (el II, que en parte refleja  el primer regreso de James a Estados  Unidos, algunas memorias de viajes y la  reacción por la muerte de la madre; el VII,  que reflexiona sobre el viaje americano  de 1904-1905, después de veinte años de  ausencia; y el VIII, un conjunto de «croquis  al natural» de diversos lugares de Londres);  los demás son sobre todo cuadernos de  trabajo, en los cuales figuran desde la  situación entrevista o la anécdota  prometedora hasta la discusión exhaustiva,  capítulo a capítulo, de una larga novela  que avanza arduamente.  Casi todas las obras narrativas que James  escribió entre sus treinta y cinco y setenta  años están registradas en los cuadernos. De  algunas simplemente consta la idea  generadora; de otras, un primer esbozo, a  menudo reconsiderado o enriquecido  en entradas sucesivas; de otras más,  escrupulosos exámenes de secuencias  dramáticas, del destino de cada personaje y  de la pertinencia de cada detalle. Hay  bosquejos de las complejas novelas del James  tardío. Y hay llamamientos de James a sí  mismo para dominar el arte del cuento, que  en no pocos momentos fue el único capaz de  solventarle algún apuro financiero.
Da la impresión de que la influencia  del «Maestro» en la narrativa occidental  contemporánea está lejos de haberse  agotado. A igual distancia de sus colegas  victorianos, del naturalismo europeo y  del realismo norteamericano, James recogió  la herencia de su compatriota Hawthorne,  abrevó en Maupassant, Flaubert y  Turgueniev, resumió en sus primeras obras  el estado formal de la novela burguesa y,  en la segunda mitad de su vida, planteó  problemas y aportó soluciones que ni  siquiera el brillante desfile de la novela  experimental de nuestro siglo ha logrado  empequeñecer.